miércoles, 6 de abril de 2016

Reloj...



Es tan corta, es tan delicada, es tan efímera... y lo único que se pierde es el tic tac que no descansa.
El día gris se desliza por ésta ventana rota, el frío carcome los ojos cansados y metódicos, pero el tiempo no descansa.

Una sonrisa esquiva se filtra en el rostro, la faz de un mundo nuevo y desconocido, un lugar que se reconstruye con el paso de segundos.

Letras leídas que adquieren un nuevo significado, que permiten el nacimiento de pensamientos nuevos, de ideas lúcidas y brillantes que se van aferrando sin importar los minutos.

Siempre regresa amiga soledad, regresas con una calidez inusual, una alegría inmensa, bienvenida eres, ya estaba lista con mi pluma y la ansiedad que provoca el pasar de horas.

Mi alma se siente libre, una sensación que te hace sonreír sin motivos, un momento que te lleva fuera de sí aunque los días se acaben.

En las manos pasan los libros de la experiencia, las anécdotas que reescriben la historia propia, las arrugas que ganas al descubrir algo nuevo, las ojeras con motivos imborrables, la misma historia desde un punto de vista diferente, la complejidad del pensamiento y los diferentes rostros grabados en nuestra piel… todo esto pasa y con los años las hojas en blanco se van agotando.

Un libro blanco, rayado, ajado, roto, imaginario, indescriptible y maravilloso, que basta para escribir el alma sin importar los milenios.


Malery

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