lunes, 8 de junio de 2009

Manzanas


Un día lleno de inmaduras manzanas, que se deslizan sobre las calles aun mojadas después de la lluvia, curiosos ratones que llevan bufandas plateadas, corren y corren para celebrar una gran fiesta. Sigo caminante inverosímil de la ciudad palatina, llena del estupor de la mañana con alegres cantos, que se escuchan en los nidos de ruiseñores perdidos y embebidos en el acero de los alerones.

Los grifos de mi mente solitaria vuelan capturando nuevas musas, renovadas reinas de terciopelo que cantan una melodía nueva. El espejo reconoce el minúsculo cambio entre mis cejas, las arrugas más pronunciadas, las canas erguidas en mi corona. El tiempo ha pasado y sigo rasguñando a gritos esta tierra, deseando no ser ciega, deseando seguir hablando de ideas muertas por el olvido, deseando vivir sabiendo que ame de verdad alguna vez…

Pies que corren y caminan, manos que escriben y acarician. La vida un ramo inmenso de coloridas mariposas, y entre todas ellas el suspiro de lo efímero, de lo que dura tan solo un día, un segundo, una sonrisa, un deseo…
Las olas van y vienen, nunca son las mismas, es el devenir de la vida. Invisible como la niebla que se esfuma en la mañana, pero que siempre está presente, me alegra saber que soy la huella duradera que deja el tiempo, porque siempre que busques allí estaré.

Camellia