lunes, 13 de febrero de 2012

Mi querida Abuela!!!!




Aunque llevo un poco mas de cuarto de siglo sumida en esta realidad tan llena de todo y nada, sin creer que ya estoy muy vieja recuerdo muy bien aquellas épocas en las que crecí al lado de mi abuela materna. No niego que tengo muchos rasgos de su personalidad a veces tajante y otras tantas jocosas. Aunque no se encuentra ahora con nosotros su recuerdo es tan tangible como hace 20 años, cuando aún era una niña, esas niñas que les gustaba jugar en triciclo, en las ruedas giratorias, los columpios y sumida entre los libros quienes parecían el mayor avance de tecnología para mi en ese entonces; claro! sin descartar aquel radio plateado que acompañaba nuestras tardes y que luego fue compañero de un radio café con un sonido espantoso que nos levantaba cada mañana, este ultimo siendo el más sofisticado.

Las cosas cambian a pasos agigantados y me sorprende ver la infancia de ahora comparada con la mía, el tiempo va sin prisas pero nos aleja rápidamente del pasado, la vida es tan corta y efímera que a veces la desesperación de no alcanzar la “estabilidad” nos detiene pero nos da fuerza esforzarse día a día. En nuestros días no se nos permite sentir fatiga por que la gran mole de concreto nos devora, entonces hay que seguir corriendo contra el tiempo y lograr el terruño propio o en ultimas dejar que el destino redirija los caminos y las salidas posibles de este laberinto social.

Me desvié cortamente de mi relato, es cierto, me esfuerzo por percibir de nuevo los colores, olores y aquellas imágenes que quedan filtradas y estampadas por siempre en mi memoria, a veces creo que tengo una memoria infalible para ciertas cosas, las mejores y las peores… aunque no niego que me encantaría tener la memoria de una vieja amiga de biología… mmm me encantaría aprenderme todos los nombres científicos de mis queridas plantas uff!! Pero me cuesta jajaja… sigo empeñada en superarlo.

Mi memoria que es más social y sentimental, recuerda las múltiples vivencias con mi querida abuela. Me atañe la incertumbre de cuantas canas le saque a mi madre y abuela por que en ese entonces solo éramos nosotras tres contra el mundo, yo era una niña inquieta, despierta, podría decirse que hiperactiva pero siempre con los pies puestos sobre la tierra (Mamá si lees esto créeme que nunca me gustaron esos zapatos ortopédicos… por aquello del pie plano pero que frustración prefería los tacones .. jajaja). No tuve muchos lujos, era consentida si! lo admito como toda hija única puede llegar a serlo, pero a diferencia de muchos hijos únicos no crecí en una burbuja de cristal, la realidad y las dificultades se mostraron tal cual.

Muchos pedacitos de lo que soy hoy se los debo a ellas dos, y después a mi padre (no le quito crédito jajaja). Siempre he pensado que gran parte de mi felicidad se cultivo en esa época y comenzare por comentar algunas pocas de las muchas vivencias con mi abuelita. No todo fue color de rosa, pero prefiero recordar todo lo gratificante del compartir con ella… mi Abuela. En ese entonces era una amante de la lectura (¿Porqué?, ¿Cómo?, ¿Para qué?, ¿Quién?, ¿Dónde?, ¿Cuándo?) me encantaban los cuentos y las historietas (Andersen, 365 cuentos, los hermanos Grimm, La Odisea, Jairo Anibal Niño, las historietas de Mafalda, He-Man entre otros).

Mi abuela fue una guerrera pero esa historia no me corresponde, donde vivíamos tenía su droguería y además ofrecía sus servicios como modista, por esta razón era la enfermera de cabecera cuando me daban las crisis asmáticas y nos confeccionaba todo tipo de ropa, además tejía unos sacos preciosos. En esa época yo estaba incursionando por primera vez en el mundo académico. Recuerdo mi primer día de clases, en la madrugada estrenando el uniforme que en parte lo había echo mi abue, mi madre estaba emocionada tomándome fotos; a la salida de ese día recuerdo la mirada atónita de mi madre cuando me observó saliendo del colegio, mi aspecto era como si un huracán me hubiese pasado por encima (algún día colgare esas fotos). Como mi madre trabajaba mi abuelita era la que siempre me recogía en las tardes y cuidaba de mí; nos acompañaba siempre un tris de perro que se llamaba “Troski” (mi primera mascota), era un “chandocito” bien cuidado.

No olvidaré las tantas veces que jugábamos a la secretaria, o a la asistente de confección. Con ella aprendí a cocinar “Aguadepanela”, “Caspiroleta”, “Corta picos” y agüitas aromáticas, esos fueron mis súper logros culinarios en mi corta existencia, también le ayudaba con las arepas, con su remedio para el cabello y le ayude ha coser unos redondetes de un cubre-lecho que aún conservo. Lo que me fascinaba era que me dejaba coser en la máquina, yo recogía los retazos y me sentaba a confeccionar ropa para mis muñecos, ella encantada solo me decía que tuviera mucho cuidado con la aguja de la máquina.

En dos ocasiones le hice pasar un susto terrible, la primera fue en un Cafam, (supermercado) me escondí debajo de la caja registradora y mi Abue revoluciono a todo el mundo buscándome, al final salí y le dije tranquilamente –Abuelita, ya nos vamos?- y ella mirándome fijamente dio un suspiro y me abrazo; la segunda vez, fue una tarde que me escondí debajo de su silla, ella comenzó a buscarme con desespero por toda la casa y yo no salí, hasta que exhausta se sentó en las escaleras y con lagrimas me pidió que saliera, conmovida salí llorando para pedirle perdón, recuerdo que me decía –Mary Lee, si tu te pierdes yo me muero porque no tendría cara para mirar a tu mama y decirle que se me perdió-.

No solo jugué a las escondidas, una vez ella había confeccionado una falda blanca preciosa y yo estaba dibujando con unas crayolas, tomé una de color naranja y me senté debajo de la mesa de planchar, después ella se acercó y se dispuso a planchar la falda, yo mire la plancha y coloque inocentemente la crayola sobre la superficie caliente, recuerdo ver como se derretía suavemente; mi abuela ignorando todo lo que pasada debajo de la mesa de aplanchar, puso la plancha sobre la falda y dio un grito… podrán imaginar lo que pasó (mi madre luego me dio unas buenas nalgadas).

Así pasaban las tardes, entre travesuras, risas y correcciones de mi abuela. Son tantas las anécdotas que se me hace increíble que mi abuela no esté entre los vivos, porque en mi corazón siempre está muy presente. Ya son varios años, pero no olvidare nunca tu dedicación, tus cuidados y sobre todo esas tardes entre hilos, telas, boleros, olor a papas con queso, risas por mis aciertos y desaciertos, esas tardes de regreso al colegio junto con “Troski” el fiel amigo, retazos que terminaban en las muñecas, mariposas que terminaban en la frente y muchas de nuestras noches con el olor a limon de tu cabeza y los especiales de Hitchcock. No olvido cuando queme las cortinas de tu habitación sin decir una sola palabra, recuerdo asustada como intente apagarla pero lo logré, el asombro y las preguntas vinieron después.

Espero en otro momento seguir alimentando mi memoria contigo abuela!!!

Mi abuela:
Leonor Sánchez Torres celebrando su natalicio!!! ¡Es la única fecha que quiero recordar! ¡Estés donde estés te sigo queriendo!

14 de Febrero... mañana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso escrito... te he perdido el rastro desde que lejana estigia desaparecio.
Saludos