Existen lapsos de tiempo que se vuelven intocables, recuerdos que dejan de ser memorables, por que de un momento a otro algo nuevo crece. En mi jardín crecieron mil vivencias de fuego, de llanto de risas increíbles, pero nunca nada de lo que allí estuvo fue duradero, todo pasó y se fue como el río que sonando lleva piedras. Sin embargo después de mucho tiempo he logrado descubrir una huella, una efigie de marcas imborrables, como fósiles que quedan estampados en la pared de mi mente, y me doy cuenta que eso reconstruye lo que soy, de eso se compone la fina mezcla de lo burdo, prosaico y rebelde que decora mi alma.
Nunca es tarde para escribir momentos en los que nos miramos al espejo y observamos los cambios en nuestros gestos y pareceres. Ninguna lucha o herida fue en vano, de no ser así no podría cuidar de mi camino.
Hoy en una madrugada de sueño y frío, con certeza sé que lo que permite que siga en camino sin flanquearme, es la promesa de lograr la confianza, la fé y la bondad de lo vivido cada día, con el sueño de alcanzar la tranquilidad. Ahora que me acompaña una mano cada día he de cambiar mi caminar errante, para quedarme en una nueva tierra y allí dedicar todos mis esfuerzos por sobrevivir.
En el firmamento encontre mi destino, me perdi en el bosque de los sueños. Espero... mientras mi sonrisa se la lleva el viento, al jardin mas hermoso del universo.
jueves, 25 de septiembre de 2008
Momentos
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2 comentarios:
Bonito post. Sí, yo también soy hombre de momentos, tanto buenos como malos... Ojalá los buenos fuesen más numerosos.
Un saludo.
Ojala así fuera siempre, pero la vida es un sin numero de eventos, buenos y malos, es como una constante del azar...
Un saludo!
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