Me encontraba en lo que podía ser el fin del mundo,
La cima de las nubes idolatradas por tantos poetas,
Allí donde el silencio reinaba apaciblemente,
Mientras las gotas de roció se adherían a flores pequeñas.
La neblina subía por las ramas olvidadas de un pequeño altar,
Una cruz tejida con lianas ocres adornaba su cúspide,
Camine sin pensar adentrándome en un lugar pasmoso,
Un lugar donde un paso en falso haría que me perdiera entre las nubes.
Encontrando unas escaleras rusticas y talladas en la piedra,
Camine sin parpadear… respirando aire enriquecido con almizcles,
Se acentuaba la densidad de la bruma cada vez más impenetrable,
La luz del sol tan solo se reflejaba en un blanco luminoso.
Escuchaba mi conciencia añeja y triste,
Lamentaba haber sido tan ingenua en lo ya vivido,
Sentía angustia de no poder encontrar la verdad absoluta,
Sentía coraje por haber entregado al mundo mi nobleza.
Mientras cavilaba y expiaba tanta amargura
me detuve frente al más raro de los sucesos,
El fino silbido del viento que subía rápidamente del vacío,
Mire mis pies a un paso de un abismo demencial.
Sentí con furia su lamento lejano,
Envidie sus ojos eternos que han vagado tierras lejanas,
Su voz majestuosa litigaba mi corazón,
Me incrustaba su voluntad y su libertad perpetua.
Mi alma nunca se había llenado de tanta paz,
Mis manos nunca antes habían sentido justicia,
Me libero de dagas punzantes en lo más recóndito de mi alma,
Sin embargo me mostró el precio de las que ya son mis condenas.
Seguiré!
Caminando con la fuerza de su voz,
Luchando contra la neblina del conglomerado gris,
Ese que daña la bondad y la verdad,
Ese que asesina los sueños robando las alas de ojos ajenos.
“A veces cuando nos quejamos de seguir andando por la trocha de la vida, ocurren sucesos maravillosos, que abofetean nuestro orgullo, nos liberan de las cadenas del mecanicismo decadente en estos tiempos de rabia y bazofia, son momentos de silencio en lugares lejanos y virginales, donde tan solo somos pedazos de polvo, pequeñas migajas frente a lo intocable.”
Malery
La cima de las nubes idolatradas por tantos poetas,
Allí donde el silencio reinaba apaciblemente,
Mientras las gotas de roció se adherían a flores pequeñas.
La neblina subía por las ramas olvidadas de un pequeño altar,
Una cruz tejida con lianas ocres adornaba su cúspide,
Camine sin pensar adentrándome en un lugar pasmoso,
Un lugar donde un paso en falso haría que me perdiera entre las nubes.
Encontrando unas escaleras rusticas y talladas en la piedra,
Camine sin parpadear… respirando aire enriquecido con almizcles,
Se acentuaba la densidad de la bruma cada vez más impenetrable,
La luz del sol tan solo se reflejaba en un blanco luminoso.
Escuchaba mi conciencia añeja y triste,
Lamentaba haber sido tan ingenua en lo ya vivido,
Sentía angustia de no poder encontrar la verdad absoluta,
Sentía coraje por haber entregado al mundo mi nobleza.
Mientras cavilaba y expiaba tanta amargura
me detuve frente al más raro de los sucesos,
El fino silbido del viento que subía rápidamente del vacío,
Mire mis pies a un paso de un abismo demencial.
Sentí con furia su lamento lejano,
Envidie sus ojos eternos que han vagado tierras lejanas,
Su voz majestuosa litigaba mi corazón,
Me incrustaba su voluntad y su libertad perpetua.
Mi alma nunca se había llenado de tanta paz,
Mis manos nunca antes habían sentido justicia,
Me libero de dagas punzantes en lo más recóndito de mi alma,
Sin embargo me mostró el precio de las que ya son mis condenas.
Seguiré!
Caminando con la fuerza de su voz,
Luchando contra la neblina del conglomerado gris,
Ese que daña la bondad y la verdad,
Ese que asesina los sueños robando las alas de ojos ajenos.
“A veces cuando nos quejamos de seguir andando por la trocha de la vida, ocurren sucesos maravillosos, que abofetean nuestro orgullo, nos liberan de las cadenas del mecanicismo decadente en estos tiempos de rabia y bazofia, son momentos de silencio en lugares lejanos y virginales, donde tan solo somos pedazos de polvo, pequeñas migajas frente a lo intocable.”
Malery
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