12/08/07
Corre el aire del recinto,
busca un escape entre las paredes,
las ideas escapan de la mente,
y la nada se apodera del papel.
busca un escape entre las paredes,
las ideas escapan de la mente,
y la nada se apodera del papel.
Las alas se han marchitado,
se comienza a escribir un epitafio,
sobre el panteón de las ideas,
la elocuencia de las mariposas esta muda.
El alma huye frente a la cruel verdad,
escapa de la ceguera soberana,
y se resigna pensando vanamente que aún quedan
mil historias y poemas por escribir.
Se siente el vacío nefasto de la caída,
se siente como halan las cadenas del encierro,
dolor eterno el sentir que el poco talento se va perdiendo,
se va perdiendo al compás de la existencia.
El único aliciente es que hoy se va esta brisa,
culmina su viaje por cada poro de la piel,
deja promesas, silencios y encantos;
pero algún día volverá a llenar la complejidad de mi ser.
Cuando regrese, volverán a sonar los violines de oro,
las hojas secas se elevarán por los cielos,
las nubes estarán matizadas de violeta,
y la luna mostrará su rostro benevolente.
Ese día seguramente estaré extinta,
será el momento sublime para contemplar el paraíso soñado,
seré dueña de mi mundo recordado,
y allí nunca se acabara la inspiración.
Quimera de cada paso,
reviviendo el pequeño suspiro del polluelo,
aspirando el dulce sabor de café tostado,
escuchando el susurro de la abeja en conquista de la flor,
se hizo el silencio porque es hora de contemplar.
Es el tiempo de volverse mudo,
la mente se abstrae sobre la magia,
el cuerpo se resigna a perder el sueño,
y se abstiene del orgasmo de cada noche.
La tinta y la pluma esperarán fieles,
el papel blanquecino se volverá vetusto,
el vino cobrará un sabor agrio,
allí en esas paredes se incrustará la llave trascendental.
Ansío pronto caer en la demencia,
sentir las caídas estrepitosas de genialidad,
acariciar la tristeza, la alegría, la luz y la oscuridad,
y entonar los cánticos de su eternidad.
Esperaré en llamas,
para que el huracán irascible devaste las cadenas,
para que el liquido rojo corra por mi rostro,
para que regresen a mi la musas sacras de mis silencios malditos.
Amén.
se comienza a escribir un epitafio,
sobre el panteón de las ideas,
la elocuencia de las mariposas esta muda.
El alma huye frente a la cruel verdad,
escapa de la ceguera soberana,
y se resigna pensando vanamente que aún quedan
mil historias y poemas por escribir.
Se siente el vacío nefasto de la caída,
se siente como halan las cadenas del encierro,
dolor eterno el sentir que el poco talento se va perdiendo,
se va perdiendo al compás de la existencia.
El único aliciente es que hoy se va esta brisa,
culmina su viaje por cada poro de la piel,
deja promesas, silencios y encantos;
pero algún día volverá a llenar la complejidad de mi ser.
Cuando regrese, volverán a sonar los violines de oro,
las hojas secas se elevarán por los cielos,
las nubes estarán matizadas de violeta,
y la luna mostrará su rostro benevolente.
Ese día seguramente estaré extinta,
será el momento sublime para contemplar el paraíso soñado,
seré dueña de mi mundo recordado,
y allí nunca se acabara la inspiración.
Quimera de cada paso,
reviviendo el pequeño suspiro del polluelo,
aspirando el dulce sabor de café tostado,
escuchando el susurro de la abeja en conquista de la flor,
se hizo el silencio porque es hora de contemplar.
Es el tiempo de volverse mudo,
la mente se abstrae sobre la magia,
el cuerpo se resigna a perder el sueño,
y se abstiene del orgasmo de cada noche.
La tinta y la pluma esperarán fieles,
el papel blanquecino se volverá vetusto,
el vino cobrará un sabor agrio,
allí en esas paredes se incrustará la llave trascendental.
Ansío pronto caer en la demencia,
sentir las caídas estrepitosas de genialidad,
acariciar la tristeza, la alegría, la luz y la oscuridad,
y entonar los cánticos de su eternidad.
Esperaré en llamas,
para que el huracán irascible devaste las cadenas,
para que el liquido rojo corra por mi rostro,
para que regresen a mi la musas sacras de mis silencios malditos.
Amén.
Malery
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