Escribo sobre la muerte de mil dedos hermosos,
Atisbo… lejano en el horizonte una magna tormenta,
Suaves plegarias aturden mis labios,
Y en la alborada espera mi alma por sus letras.
Lejos en lo profundo de un paraíso olvidado,
En medio de cascaras que hieden a concreto,
Vacía yace mi mente sin tu huracán de mariposas,
Y en medio de la soledad me quedo en tu desván.
La ventana sigue esperándote,
Como el viento espera la lluvia que arrecia en las tardes,
Como el sol persiguiendo su luna roja noche tras noche,
La sangre no fluye en tus ríos opalizados,
y siento como el frío se apodera de los cálidos deseos de antaño.
Sigo en el mismo lugar de siempre,
Observando el mismo firmamento que dibujaste,
Esperando por una brizna fugaz de luz,
Deseando volver a jugar con las palabras recién florecidas,
Añorando tú danza alrededor de un fuego casi eterno.
Adorada musa mía donde estáis?,
Mi vida es solo trizas desde que no apareces entre mis venas punzantes,
Mi razón no halla sentido en los recuerdos de tus caricias,
El alma canta aquellas letras donde la esperanza se confunde con el vacío.
Solo queda el abismo que dejaste tras tu partida,
Dar el paso lentamente y caer en el vórtice de tu recuerdo,
Solo así… quizá… extiendas tu suave mano,
Solo así… quizá… me lleves a tu nuevo paraíso dibujado.
Lyra
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