En este mundo existen circunstancias afortunadas, no porque sean misteriosas al llegar, solo creo que son situaciones que deben ocurrir tarde o temprano, no importa el nombre que se le ponga, simplemente ocurren y en el fondo sabemos con alguna certeza que estaba escrito en nuestra memoria.
Entre tantos momentos vividos, entre la innumerable colección de recuerdos, rescato la valiosa necesidad de conocer el mundo a través de las plausibles letras abarrotadas, que se circunscriben en las manos de innumerables y valiosos escritores.
Dos acontecimientos recientes, trajeron a mi memoria un recuerdo inolvidable de mi adolescencia, si bien es cierto, para mí el mejor regalo en épocas navideñas será mi familia íntima. Durante la última celebración de navidad (de paso fin de año 2015), llegó a mis manos un objeto que inmediatamente me refrescó el aroma de hace una década. El segundo acontecimiento, más bien raro por su naturaleza e inesperado, solo fue un mensaje que me recordaba una versión mía más joven, sin embargo ataba cabos con el mismo objeto, un libro…
Hace un poco más de diez años, recuerdo mis ganas insaciables de salir y conocer el mundo por mi cuenta, para entonces ignoraba los giros que daría mi vida, ahora me encuentro dedicada por completo a un oficio que dista muchísimo de la lectura apacible y relajante que te puede brindar la literatura universal. En ésa época, aún me encontraba terminando el colegio, ávida de buscar respuestas y aprender todo lo vanguardista que la ciencia podía ofrecer, sin embargo, nunca deje de lado mi formación en filosofía y literatura, para entonces era cierto que andaba indecisa sobre mi vocación profesional, aunque siempre me incline por las ciencias naturales. En todo caso, la filosofía y la literatura me ofrecían una válvula de escape a la realidad tajante de aquella época y aún conservo esa “atracción fatal” por comprender todos estos temas que te llevan a cuestionar tu propia existencia y te obligan a pensar más allá de la corporeidad real que se hace tangible a través de los “cinco” sentidos.
La dualidad que me compone y que no tiene nada que ver con la mística de la posición de los astros, me obliga a invertir mi tiempo tanto en aprender la naturaleza científica de nuestro entorno, como el construir una imagen del mundo propia además de enriquecer el “Ser” disfrutando notablemente de las artes.
Considero que la madurez no solo consiste en ganar arrugas y tomar una posición radical, creo que es solo la expresión de una mente con experiencia pero que siempre estará ansiosa de enriquecer el conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea, por supuesto evitando caer en algún estigmatizado estereotipo. La libertad que da la madurez, se escribe en una vida sin falsos prejuicios y seductores modelos copiados que encasillan y reducen nuestro poder de raciocinio.
Retomando las circunstancias afortunadas y que me motivan a escribir nuevamente, llegó a mis manos un libro que añoraba tener en mi colección, uno de los tantos escritos por J. Saramago, un escritor que te sumerge en recónditos laberintos de posibilidades pero que al final muestra de manera tácita y lúcida la naturaleza del ser humano. La lectura es vibrante y en algunos casos te provoca una ansiedad de responder algunas líneas que tienen un tinte filosófico. Sin duda, éste escritor ocupa un lugar importante en mi vida. Cuando lees el mismo libro, con una década de diferencia, en ese momento realmente se puede medir que tanto captura la memoria, pero lo más inquietante es descubrir que la forma en que ves al mundo cambia por completo, aunque algunos principios se mantengan intocables al paso del tiempo (que por cierto es relativo). Me sumergí por completo en la nueva lectura, página a página maravilló mi memoria, cada línea fue acogida de manera más profunda, más transcendental y personal. Lo más hermoso de ésta experiencia, fue sentir ese mismo sentimiento de libertad y energía de hace una década, siempre ha estado allí, conservo todavía la capacidad de comprender el mundo de diversas formas, de indagar la transcendencia de nuestros actos, aun cuando el tiempo es certero y te llena de rutina, modas etc. Es afortunado decir, que aún no he cedido esa libertad propia de pensar, de indagar nuestra existencia, de soñar e imaginar lo improbable en medio de esta sociedad torpe y enceguecida.
Olvide una parte de mí, pero ella siempre ha estado conmigo esperando una nueva pregunta que responder. Se vuelven sensibles las fibras, por eso me gustan las letras de Saramago, es su mirada inquisitiva sobre una humanidad al desnudo y sus punzantes frases que quedan imborrables en la memoria. Un regalo maravilloso de una apreciada amiga (Laurita C.) –“Ensayo sobre la ceguera”-.
El miedo siempre atará nuestra libertad de “Ser”.
Aquí dejo algunos fragmentos:
"…Así es el mundo, tiene la verdad muchas veces que disfrazarse de mentira para alcanzar sus fines…"
"…Aunque ese instante de goce supremo pudiera duraros la vida entera, nunca los dos que sois podréis llegar a ser uno solo…"
"…O quizá, ciertas cosas es mejor dejarlas sin explicación, decir simplemente lo que ocurrió, no interrogar lo íntimo de las personas…"
"…No sé si habrá un futuro, de lo que ahora se trata es de cómo vamos a vivir este presente, Sin futuro, el presente no sirve para nada, es como si no existiese, Puede que la humanidad acabe consiguiendo vivir sin ojos, pero entonces dejará de ser la humanidad, el resultado, a la vista está..."
"…Todos se mostraron de acuerdo en que había que cuidar más la comodidad que la belleza..."
"…Acabamos metiendo la consciencia en el color de la sangre y en la sal de las lágrimas, y, como si tanto fuera aún poco, hicimos de los ojos una especie de espejos vuelta hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que acaban mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca..."
“…Las respuestas no llegan siempre cuando uno las necesita, muchas veces ocurre que quedarse esperando es la única respuesta posible…”
“…Por favor, no me preguntéis qué es el bien y qué es el mal, lo sabíamos cada vez que actuábamos en el tiempo en que la ceguera era una excepción, lo cierto y lo equivocado sólo son dos modos diferentes de entender nuestra relación con los demás, no la que tenemos con nosotros mismos, en esa no hay que confiar…”
“…Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos…”
“…Las palabras son así, disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si no supieran a dónde quieren ir, Y, de pronto, por culpa de dos o tres, o cuatro que salen de repente, simples en sí mismas, un pronombre personal, un adverbio, un verbo, un adjetivo, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos, rompiendo la compostura de los sentimientos, a veces son los nervios que no pueden aguantar más, han soportado mucho, lo soportan todo, era como si llevasen una armadura, decimos,…”
“…Quiere decir que tenemos palabras de más, Quiero decir que tenemos sentimientos de menos, O los tenemos, pero dejamos de usar las palabras que los expresan, Y, en consecuencia, los perdemos,…”
“…Un escritor es como otra persona cualquiera, no puede saberlo todo, ni puede vivirlo todo, tiene que preguntar e imaginar…”
“…Que tiempos éstos, vemos como se invierte el orden de las cosas, un símbolo que casi siempre fue de muerte se concierte en señal de vida…”
“…Un día, cuando comprendamos que nada bueno y útil podemos hacer por el mundo, deberíamos tener el valor de salir simplemente de la vida, como él dijo, Él, quién, Él afortunado de ayer, Tengo la seguridad que hoy no lo diría, no hay nada mejor para cambiar de opinión que una sólida esperanza, Él la tiene ya, ojalá le dure…”
“…Nunca se puede saber de antemano de qué son capaces las personas, hay que esperar, dar tiempo al tiempo, el tiempo es el que manda, el tiempo es quien está jugando al otro lado de la mesa y tiene en su mano todas las cartas de la baraja, a nosotros nos corresponde inventar los encartes con la vida, la nuestra…”
“…Se suele decir incluso que no hay cegueras sino ciegos, cuando la experiencia de los días pasados no ha hecho más que decirnos que no hay ciegos, sino cegueras…”
“…Mírame bien, yo soy la persona con quien tú dijiste que vivirías, y ella respondió, Te conozco, eres la persona con quien estoy viviendo, al fin hay palabras que valen más de lo que habían querido parecer, y este abrazo tanto como ellas…”
“…Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven…”
Entre tantos momentos vividos, entre la innumerable colección de recuerdos, rescato la valiosa necesidad de conocer el mundo a través de las plausibles letras abarrotadas, que se circunscriben en las manos de innumerables y valiosos escritores.
Dos acontecimientos recientes, trajeron a mi memoria un recuerdo inolvidable de mi adolescencia, si bien es cierto, para mí el mejor regalo en épocas navideñas será mi familia íntima. Durante la última celebración de navidad (de paso fin de año 2015), llegó a mis manos un objeto que inmediatamente me refrescó el aroma de hace una década. El segundo acontecimiento, más bien raro por su naturaleza e inesperado, solo fue un mensaje que me recordaba una versión mía más joven, sin embargo ataba cabos con el mismo objeto, un libro…
Hace un poco más de diez años, recuerdo mis ganas insaciables de salir y conocer el mundo por mi cuenta, para entonces ignoraba los giros que daría mi vida, ahora me encuentro dedicada por completo a un oficio que dista muchísimo de la lectura apacible y relajante que te puede brindar la literatura universal. En ésa época, aún me encontraba terminando el colegio, ávida de buscar respuestas y aprender todo lo vanguardista que la ciencia podía ofrecer, sin embargo, nunca deje de lado mi formación en filosofía y literatura, para entonces era cierto que andaba indecisa sobre mi vocación profesional, aunque siempre me incline por las ciencias naturales. En todo caso, la filosofía y la literatura me ofrecían una válvula de escape a la realidad tajante de aquella época y aún conservo esa “atracción fatal” por comprender todos estos temas que te llevan a cuestionar tu propia existencia y te obligan a pensar más allá de la corporeidad real que se hace tangible a través de los “cinco” sentidos.
La dualidad que me compone y que no tiene nada que ver con la mística de la posición de los astros, me obliga a invertir mi tiempo tanto en aprender la naturaleza científica de nuestro entorno, como el construir una imagen del mundo propia además de enriquecer el “Ser” disfrutando notablemente de las artes.
Considero que la madurez no solo consiste en ganar arrugas y tomar una posición radical, creo que es solo la expresión de una mente con experiencia pero que siempre estará ansiosa de enriquecer el conocimiento de sí mismo y del mundo que lo rodea, por supuesto evitando caer en algún estigmatizado estereotipo. La libertad que da la madurez, se escribe en una vida sin falsos prejuicios y seductores modelos copiados que encasillan y reducen nuestro poder de raciocinio.
Retomando las circunstancias afortunadas y que me motivan a escribir nuevamente, llegó a mis manos un libro que añoraba tener en mi colección, uno de los tantos escritos por J. Saramago, un escritor que te sumerge en recónditos laberintos de posibilidades pero que al final muestra de manera tácita y lúcida la naturaleza del ser humano. La lectura es vibrante y en algunos casos te provoca una ansiedad de responder algunas líneas que tienen un tinte filosófico. Sin duda, éste escritor ocupa un lugar importante en mi vida. Cuando lees el mismo libro, con una década de diferencia, en ese momento realmente se puede medir que tanto captura la memoria, pero lo más inquietante es descubrir que la forma en que ves al mundo cambia por completo, aunque algunos principios se mantengan intocables al paso del tiempo (que por cierto es relativo). Me sumergí por completo en la nueva lectura, página a página maravilló mi memoria, cada línea fue acogida de manera más profunda, más transcendental y personal. Lo más hermoso de ésta experiencia, fue sentir ese mismo sentimiento de libertad y energía de hace una década, siempre ha estado allí, conservo todavía la capacidad de comprender el mundo de diversas formas, de indagar la transcendencia de nuestros actos, aun cuando el tiempo es certero y te llena de rutina, modas etc. Es afortunado decir, que aún no he cedido esa libertad propia de pensar, de indagar nuestra existencia, de soñar e imaginar lo improbable en medio de esta sociedad torpe y enceguecida.
Olvide una parte de mí, pero ella siempre ha estado conmigo esperando una nueva pregunta que responder. Se vuelven sensibles las fibras, por eso me gustan las letras de Saramago, es su mirada inquisitiva sobre una humanidad al desnudo y sus punzantes frases que quedan imborrables en la memoria. Un regalo maravilloso de una apreciada amiga (Laurita C.) –“Ensayo sobre la ceguera”-.
El miedo siempre atará nuestra libertad de “Ser”.
Aquí dejo algunos fragmentos:
"…Así es el mundo, tiene la verdad muchas veces que disfrazarse de mentira para alcanzar sus fines…"
"…Aunque ese instante de goce supremo pudiera duraros la vida entera, nunca los dos que sois podréis llegar a ser uno solo…"
"…O quizá, ciertas cosas es mejor dejarlas sin explicación, decir simplemente lo que ocurrió, no interrogar lo íntimo de las personas…"
"…No sé si habrá un futuro, de lo que ahora se trata es de cómo vamos a vivir este presente, Sin futuro, el presente no sirve para nada, es como si no existiese, Puede que la humanidad acabe consiguiendo vivir sin ojos, pero entonces dejará de ser la humanidad, el resultado, a la vista está..."
"…Todos se mostraron de acuerdo en que había que cuidar más la comodidad que la belleza..."
"…Acabamos metiendo la consciencia en el color de la sangre y en la sal de las lágrimas, y, como si tanto fuera aún poco, hicimos de los ojos una especie de espejos vuelta hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que acaban mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca..."
“…Las respuestas no llegan siempre cuando uno las necesita, muchas veces ocurre que quedarse esperando es la única respuesta posible…”
“…Por favor, no me preguntéis qué es el bien y qué es el mal, lo sabíamos cada vez que actuábamos en el tiempo en que la ceguera era una excepción, lo cierto y lo equivocado sólo son dos modos diferentes de entender nuestra relación con los demás, no la que tenemos con nosotros mismos, en esa no hay que confiar…”
“…Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos…”
“…Las palabras son así, disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si no supieran a dónde quieren ir, Y, de pronto, por culpa de dos o tres, o cuatro que salen de repente, simples en sí mismas, un pronombre personal, un adverbio, un verbo, un adjetivo, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos, rompiendo la compostura de los sentimientos, a veces son los nervios que no pueden aguantar más, han soportado mucho, lo soportan todo, era como si llevasen una armadura, decimos,…”
“…Quiere decir que tenemos palabras de más, Quiero decir que tenemos sentimientos de menos, O los tenemos, pero dejamos de usar las palabras que los expresan, Y, en consecuencia, los perdemos,…”
“…Un escritor es como otra persona cualquiera, no puede saberlo todo, ni puede vivirlo todo, tiene que preguntar e imaginar…”
“…Que tiempos éstos, vemos como se invierte el orden de las cosas, un símbolo que casi siempre fue de muerte se concierte en señal de vida…”
“…Un día, cuando comprendamos que nada bueno y útil podemos hacer por el mundo, deberíamos tener el valor de salir simplemente de la vida, como él dijo, Él, quién, Él afortunado de ayer, Tengo la seguridad que hoy no lo diría, no hay nada mejor para cambiar de opinión que una sólida esperanza, Él la tiene ya, ojalá le dure…”
“…Nunca se puede saber de antemano de qué son capaces las personas, hay que esperar, dar tiempo al tiempo, el tiempo es el que manda, el tiempo es quien está jugando al otro lado de la mesa y tiene en su mano todas las cartas de la baraja, a nosotros nos corresponde inventar los encartes con la vida, la nuestra…”
“…Se suele decir incluso que no hay cegueras sino ciegos, cuando la experiencia de los días pasados no ha hecho más que decirnos que no hay ciegos, sino cegueras…”
“…Mírame bien, yo soy la persona con quien tú dijiste que vivirías, y ella respondió, Te conozco, eres la persona con quien estoy viviendo, al fin hay palabras que valen más de lo que habían querido parecer, y este abrazo tanto como ellas…”
“…Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven…”